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- Phrases like «love is love» don’t explain how a person can love in multiple ways.
- Eros, the kind of love characterized by romantic or sexual attraction, is good, but can easily be distorted into use.
- Agape, the selfless gift of good to the other, makes it possible for eros to endure without becoming distorted.
Incluso si amamos a algunas personas más que a otras, ¿es básicamente el mismo tipo de actividad?
No. El amor no es sólo una cuestión de “cuánto”, sino de qué tipo:
storge, philia, eros, o agapé.
Ok, pero ¿qué significa eso realmente?
Escucha este artículo (en inglés)
Daniela ama a su esposo. Daniela ama a sus hijas. Daniela ama a su mejor amiga de la preparatoria. Daniela ama a sus pacientes. Daniela ama la música de Ella Fitzgerald. ¿Por qué todas estas oraciones utilizan la misma palabra para describir relaciones tan diferentes? En una afirmación como “el amor es amor”, ¿a qué versión se refiere el hablante (en cualquier caso)?



Como el Padre me ama [con ágape], así los amo yo. Permanezcan en mi amor… Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos
Jesús de Nazaret, Juan 15, 9-13
Tal vez todos estos diferentes usos realmente tengan algo en común. Las personas y las cosas que ama Daniela parecen responder a sus deseos de algún bien del que ella carece por sí sola. Todos ellos tienen cierta similitud con su naturaleza, lo que le proporciona una base común en la que puede recibir algo bueno de ellos. Ella disfruta de su presencia, supera obstáculos para acortar su ausencia y los extraña cuando tiene que soportar la ausencia. Ella decide desearles cosas buenas a cambio (incluso la música, que ayuda a preservar apoyando a las personas responsables de transmitirla).
Pero estas diferencias no pueden ignorarse. Por ejemplo, no sería razonable que Daniela amara a su mejor amiga del mismo modo que ama a sus hijas, a quienes les cambia los pañales. Frases como “el amor es amor” no explican cómo puede amar a múltiples destinatarios y al mismo tiempo tratarlos de manera tan diferente. En inglés solo hay una palabra para describir el “amor”. En español se podría distinguir entre estos tipos de amor diciendo que Daniela “quiere” a su mejor amiga y a sus pacientes, y que “le encanta” la música.

La palabra ‘amor’ es equívoca
San Juan Pablo II, Amor y responsabilidad, , p. 73.
Hay nueve palabras en otros tres idiomas que podrían ayudar a completar el panorama, pero es demasiado para abordarlas todas a la vez. Por ahora, centrémonos sólo en cuatro palabras griegas:
Storge
Philia
Eros
Agapé (“uh-GAHP-ay”)
En términos generales, storge es el amor familiar, que es un vínculo tan instintivo que casi no necesita ser elegido, y que Daniela y sus hijas sienten entre sí. Philia es amor entre amigos, como entre Daniela y su mejor amiga de la preparatoria. Hasta aquí todo bien, pero encontramos dificultades con los dos restantes.
Eros, el enfoque principal de la mayor parte de los artículos sobre el amor en este sitio, a menudo se considera el más intensamente sentido de los cuatro. Es el tipo de amor (caracterizado por la atracción romántica o sexual) mediante el cual Daniela busca la bondad de su esposo David, y David busca la bondad de ella. Cada uno de ellos busca “hacia arriba” en el sentido de que desea algo “superior” que les falta. Juntos, eligen la unidad conyugal, renunciando a todas las demás. La abrumadora belleza de eros hace que parezca que la felicidad infinita está a nuestro alcance, pero en este mundo, puede fácilmente convertirse en mero uso. Un movimiento ascendente pierde su belleza si implica convertir a la otra persona en un peldaño.
Agapé, por otro lado, no busca ganancia alguna. No pide nada a cambio, simplemente disfruta de la existencia del amado por sí misma. Es el amor perfeccionado: el don desinteresado del bien que el individuo posee a otro. La fuente última de agapé está en Dios: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Cada persona de la Trinidad está eternamente haciendo una entrega total de sí mismo, de una intensidad tan infinita y candente que no son tres seres muy íntimos, sino un solo ser.
Es fundamentalmente imposible para nosotros alcanzar este amor por nosotros mismos. Somos limitados, caídos, dependientes e incapaces de dar sin antes recibir, aunque queramos. Sin embargo, el Padre envía al Hijo y al Espíritu Santo al mundo para hacer disponible agapé, su vida interior, para nosotros sobre todo en la cruz, la resurrección y la ascensión hechas presentes en la Eucaristía.
Rara vez, o nunca, vivimos perfectamente este amor que “desciende” hasta nosotros. En un mundo quebrantado y finito, es imposible ser abnegado sin incurrir en algún coste; para Daniela, poner a otra persona en el centro de su universo significa que ella ya no es el centro. Cuando experimentamos agapé, por imperfectamente que sea, queremos el bien del otro como otro, si es necesario, a costa de nuestro propio bien temporal. Daniela realmente no ama sus pacientes con storge, philia, o eros, pero existe la posibilidad de que ella los ame sacrificialmente e incondicionalmente, con agapé.
¿Entonces Jesús arruina nuestra diversión de eros con agapé? ¿Sus objetivos son de alguna manera opuestos? No precisamente. Abandonado a su suerte y aislado de todo agapé, eros se arruinaría a sí mismo. El deseo de satisfacción infinita de una fuente finita inevitablemente resultará en desilusión con el objeto original de eros, e incluso el placer que lo hizo tan poderoso, disminuirá. Sin embargo, si eros lleva a Daniela a descubrir a David como una realidad objetiva fuera de ella, y entonces ella puede amarlo por él mismo (y viceversa). Luego ambos eros ascendente y agapé descendente pueden trabajar juntos para mantener a Daniela y David enamorados.
Agapé puede entrar en cualquier amor de esta manera. Puede prevenir storge de deformarse en posesividad y puede preservar philia de la fermentación al exclusivismo. Manteniendo el enfoque en el objetivo final, que trasciende cualquiera de estos amores, agapé permite que mantengan su carácter distintivo. Daniela puede amar no solo a sus pacientes, sino a cualquiera de las personas en su vida con agapé junto con philia para su amiga, storge para sus hijas, y eros para su marido.

En realidad, eros y agapé —amor ascendente y amor descendente— nunca llegan a separarse completamente. Cuanto más encuentran ambos, aunque en diversa medida, la justa unidad en la única realidad del amor, tanto mejor se realiza la verdadera esencia del amor en general
Benedicto XVI, Deus Caritas Est 7

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Love and Responsibility
St. John Paul II
