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- Mercy is what love looks like in the face of guilt and suffering.
- Just because mercy is freely offered, it doesn’t make sin meaningless. On the contrary, the seriousness of sin is part of what makes mercy amazing.
- The only thing needed to receive God’s mercy is to ask for it.
- When we ask for God’s mercy, he typically answers through Baptism and, for those who are already baptized, Reconciliation.
¿Es posible recuperarse después del pecado grave o estamos condenados al castigo?
Hay una manera de recuperarse: pidiendo y recibiendo la misericordia de Dios.
Ok, pero ¿qué significa eso realmente?
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Raquel estaba sintiendo un hambre espiritual creciente cuando tenía veintitantos años. Ella había vivido una vida secular desde que dejó el hogar, pero tenía una nueva amiga que irradiaba el amor de Dios, y ella quería lo que esta amiga tenía. Ella anhelaba algún tipo de conexión espiritual, pero había una cosa que pesaba en su conciencia.


Cuando estaba en la universidad, Raquel esperaba iniciar una relación con un chico muy alto llamado Benjamín. Ella estuvo enamorada de él durante meses, hasta que, de la nada, comenzó a salir con la amiga de Raquel, Carolina. Raquel estaba herida, celosa y enojada; tan enojada que difundió rumores desagradables sobre Carolina, sabiendo que llegarían a Benjamín. Raquel lo hizo con tanta habilidad que Benjamín dejó a Carolina. Después de eso, Carolina se volvió retraída y deprimida, y Raquel mantuvo distancia de ella. Más tarde se enteró de que Carolina había intentado suicidarse.
A Raquel no le gustaba pensar en ello, pero sabía que le había hecho un grave daño a Carolina. Raquel estaba segura de que Dios estaba disgustado con ella, por lo que mantenía su distancia de Dios, lo que la hacía sentir sola y vacía.

Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: ‘Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
Jesús de Nazaret, Lucas 15, 18-20
Uno de los atributos más hermosos que Dios ha revelado acerca de sí mismo es su misericordia. La palabra latina misericordia literalmente significa un corazón que se mueve por miseria. La misericordia es un tipo específico de amor. Así es como se ve el amor frente a la miseria, ya sea la miseria de la culpa o los sufrimientos del mundo pecador y caído en el que vivimos: enfermedad, heridas, pobreza, tristeza, dolor, adicción y depresión.
En Dios hay amor infinito entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, pero no hay necesidad de misericordia, porque no hay pecado ni miseria. Cuando Dios creó un mundo de seres humanos (que luego pecaron y experimentaron las devastadoras consecuencias del pecado), reveló algo nuevo acerca del amor. Él es un Dios de misericordia, que tiene una compasión desbordante por aquellos que se rebelaron contra él y sufrieron las consecuencias, que no merecen absolutamente nada, que no tienen nada que ofrecerle excepto su necesidad.
La misericordia no hace que el pecado no importe. Si el pecado no fuera grave, Dios mismo no habría entregado su vida por nosotros en la cruz, sufriendo las consecuencias de cada pecado que pudiéramos cometer, aunque él mismo fuera inocente. Cuanto mayor es el pecado, mayor es la misericordia. La misericordia que brota del corazón de Jesús es inagotable. Por imposible que parezca, nos cansaremos de pecar antes de que Dios se canse de amarnos. Su misericordia no tiene límites, no tiene fronteras, no hay punto en el que él diga: “No. Lo siento. Ese pecado es simplemente demasiado. No puedo perdonar eso”.

Yo tampoco te condeno. Vete, no peques más en adelante.
Jesús de Nazaret, Juan 8, 11
Para recibir la misericordia de Dios se necesita una cosa: pedirla. ¿Por qué alguien dudaría en pedir la misericordia? Porque pedir es reconocer nuestra necesidad. Reconoce nuestra condición espiritualmente desesperada, el hecho de que no podemos hacernos dignos del amor de Dios por mucho que lo intentemos. Pedir misericordia o arrepentirse es decir: “Lo siento. No puedo hacer nada para deshacer lo que hice, pero me arrepiento. Dios, perdóname”. Abrir el corazón a la misericordia de Dios corta el orgullo desde su raíz.
Cuando pedimos la misericordia de Dios, Él normalmente responde a través de dos sacramentos: Bautismo y Reconciliación. El bautismo es a la vez una entrada personal en la muerte de Jesús, cuando todo pecado es borrado, y también un nacimiento como hijo o hija de Dios en su vida resucitada.
La reconciliación, o confesión, es la manera de pedir misericordia para aquellos ya bautizados que han pecado gravemente y con ello han herido sus relaciones con Dios y con los demás. A través del ministerio de un sacerdote, Jesús perdona nuestros pecados y restaura nuestra relación con él. Al igual que el padre del hijo pródigo, Dios anhela y espera que sus hijos descarriados regresen a él y hagan uso de estos dones gratuitos que él les ha dado.
¿Y qué pasa con Raquel? Decidió arriesgarse y confesarse por primera vez desde la escuela primaria. Cuando salió del confesionario, no podía creer lo libre que se sentía. Ella ni siquiera sabía cuánto peso llevaba encima hasta que se le fue quitado. Siguiendo el consejo del sacerdote, también tomó la difícil medida de contactar a Carolina, Benjamín y sus otros amigos de la universidad y pedirles sinceramente perdón por sus mentiras destructivas. Ahora ella vive una vida alegre y plena como hija de Dios.
