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  • Married couples who waited to live together are less likely to split up (see Fig. A).
  • Married couples are happier than cohabiting couples (see Fig. C and D).
  • Religiously active married couples report more frequent and more satisfying sexual activity (see Fig. J and K).
Q

¿Tener relaciones sexuales antes del matrimonio hace a las personas más felices?

No. Las parejas más felices y sexualmente realizadas son aquellas que esperan hasta el matrimonio.

Ok, pero ¿qué significa eso realmente?

Después del análisis de la página anterior sobre si la actividad sexual fuera del matrimonio puede ser un acto de amor, es posible que estemos pensando: “Bueno, toda esa filosofía tan intelectual suena bien en abstracto, pero en el mundo real, las personas son más felices cuando pueden tener relaciones sexuales cuando quieren, no cuando se les dice que esperen hasta el matrimonio”.

Bueno, veamos las cosas de otra manera y profundicemos en algunos datos. ¿Qué dicen las personas sobre sus propias relaciones?

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Primero veamos la cohabitación (vivir juntos sin casarse).1 Después de todo, la gente necesita probar vivir juntos antes de saber si quieren pasar la vida juntos, ¿no?

Objeción #1: Sin una prueba, ¿no correrían un mayor riesgo de ser miserables después de la boda?

En el caso de las parejas casadas que viven juntos antes de comprometerse al matrimonio, el 34% terminan separadas (Figura A). En el caso de las parejas casadas que al menos esperan hasta el compromiso al matrimonio para vivir juntos (aunque sin duda recomendaríamos esperar hasta el matrimonio), solo el 23% se separan. Así pues, los datos sugieren que la cohabitación no es necesaria, y quizá incluso contraproducente, para la felicidad conyugal.

Si se le quita al amor la hondura del don y del compromiso personal, lo que queda está en oposición con el amor, es su negación, yendo al fin a parar en la prostitución.

Karol Wojtyla (más tarde Papa Juan Pablo II),

Amor y responsabilidad pp.128-129

Figure A

Figura A, Institute for Family Studies

[Esta figura muestra el porcentaje de matrimonios disueltos según cuándo comenzaron a vivir juntos. El grupo a la izquierda son personas que vivieron juntas antes de comprometerse al matrimonio y el grupo a la derecha son personas que vivieron juntas después de comprometerse o casarse]

Objeción #2: Pero quizá las parejas que no creen en el divorcio tengan menos probabilidades de aprobar la cohabitación. Si ese es el caso, entonces sería más probable que estas parejas aguantaran matrimonios “sin amor” que las personas que aceptaron la cohabitación prematrimonial y el divorcio. Después de todo, el grupo que cohabita y luego se casa permanecería casado sólo si fuera feliz, ¿verdad?

Bueno, las encuestas tampoco apoyan esa hipótesis (consulte la Figura B).

Si la hipótesis fuera cierta, podríamos esperar que los divorciados reportaran niveles más altos de felicidad que las parejas casadas, o al menos más altos que las personas que nunca se han casado. Pero las encuestas han demostrado consistentemente lo contrario. Los divorciados reportan básicamente los mismos niveles de felicidad que aquellos que nunca se casaron, muy por debajo de las parejas casadas.

Figure B

Figura B, Gallup

[Esta figura muestra el bien estar según el estado civil entre los adultos en los Estados Unidos de 25 a 50 años de edad entre 2009 y 2023. La línea verde representa personas casadas, la línea azul representa personas que nunca se han casado, la línea punteada azul representa personas divorciadas y la línea punteada roja representa personas que viven con su pareja sin casarse]

También podemos mirar la calidad de las relaciones, no sólo la duración. Estos hallazgos también indican que los cónyuges que no se divorcian no permanecen simplemente en matrimonios “sin amor”. Las parejas casadas que esperan para vivir juntos son más felices que las parejas casadas que cohabitan antes del matrimonio.2 Las personas casadas también tienen más probabilidades de informar que están en una relación de amor y apoyo, junto con menos peleas, que las parejas que cohabitan (consulte la Figura C).

Figure C

Figura C, Gallup

[Esta figura muestra la calidad relacional y el estado civil entre los adultos en Estados Unidos con niños. Las líneas verdes representan los que están en una relación de amor y apoyo mientras las líneas azules representan los que habían peleado dos veces o más en los últimos 30 días. El primer grupo son personas que están en una relación exclusiva pero que no están casadas ni viven con su pareja; el grupo en medio son personas que viven con su pareja pero no están casadas; y el último grupo son personas casadas que viven con su pareja.]

Otros hallazgos coinciden y muestran que las parejas casadas tienen más probabilidades de reportar el mayor nivel de satisfacción, estabilidad y compromiso en la relación (consulte la Figura D).

Figure D

Figura D, Institute for Family Studies

[Esta figura muestra la calidad relacional según el estatus relacional actual. Las líneas verdes representan personas casadas y las líneas amarillas representan personas no casadas que viven con su pareja. El grupo a la izquierda tiene mayor satisfacción relacional; el grupo en medio tiene mayor estabilidad relacional y el grupo a la dereche tiene mayor compromiso relacional.]

Objeción #3: Pero quizá estas cifras estén sesgadas porque el matrimonio favorece a un sexo sobre el otro. ¿Los hombres casados están menos satisfechos en sus relaciones que sus contrapartes que viven juntos sin casarse? ¿O tal vez las mujeres que viven juntos sin casarse están más satisfechas que las esposas que están atrapadas en la “institución patriarcal” del matrimonio?

No en ambos casos (consulte la Figura E). Tanto los esposos como las esposas están más satisfechos en sus matrimonios que los hombres y mujeres que cohabitan.

Figure E

Figura E, Institute for Family Studies

[Esta figura muestra la probabilidad de estar en el grupo de mayor satisfacción relacional según el estatus relacional actual y el sexo. Las líneas azules representan los hombres y las líneas rosadas representan las mujeres. El grupo a la izquierda son personas casadas y el grupo a la derecha son personas no casadas que viven con su pareja]

Objeción #4: Pero tal vez sea simplemente que los que no cohabitan tienden a tener otros factores de estilo de vida, como la práctica religiosa compartida, que contribuyen a una buena relación.

Incluso entonces, si solo se consideran las parejas que asisten a la iglesia, la diferencia persiste (consulte la Figura F).

Figure F

Figura F, Communio

[Esta figura muestra que las parejas no casadas que viven juntas tienden más a tener dificultades. 18% de las personas casadas y 32% de las personas no casadas que viven con su pareja informaron tener dificultades en sus relaciones. Las mujeres que cohabitan tienen un 85 por ciento más de probabilidades de decir que tienen dificultades en su relación que los hombres que cohabitan.]

Tampoco se trata de que hombres y mujeres tengan preferencias diferentes. El mismo estudio muestra que las mujeres que cohabitan tienen más dificultades que las mujeres casadas, y los hombres que cohabitan tienen más dificultades que los hombres casados (consulte la Figura G).

Figure G

Figura G, Communio

[Esta figura muestra el porcentaje de encuestados que informaron estar algo satisfechos o peor en su relación. La imagen a la izquierda muestra que las mujeres no casadas que viven con su pareja tienen más dificultades en su relación que las mujeres casadas (el rojo más oscuro). La imagen a la derecha muestra que los hombres no casados (el azul más oscuro) que viven con su pareja tienen más dificultades en su relación que los hombres casados.]

Aunque, sin duda, una vida religiosa más vibrante tiende a favorecer matrimonios más felices (hablaremos más sobre esto más adelante). ¿Pero qué pasa específicamente con la actividad sexual? Bueno, la historia sexual, además de la vivienda, también afecta la felicidad matrimonial (consulte la Figura H). Alguien que ha tenido sólo una pareja sexual (su cónyuge) tiene más probabilidades de estar felizmente casado que cualquier otra persona.

Figure H

Figura H, Institute for Family Studies

[Esta figura muestra la relación entre la historia sexual y la satisfacción matrimonial. La línea azul representa las mujeres y la línea amarilla representa los hombres. La tabla comienza con una pareja sexual a la izquierda hasta 21+ parejas sexuales a la derecha. El porcentaje es la cantidad de personas que informan estar “muy felices” en el matrimonio.]

No hay justificación para dar a los hombres vía libre para ser promiscuos antes del matrimonio y al mismo tiempo considerar a las mujeres promiscuas como “inaceptables”. Ese doble rasero tiene muchos problemas. Por un lado, cualquiera puede sanar de un pasado promiscuo y pasar a vivir un matrimonio feliz y casto. Por otra parte, esto es importante tanto para hombres como para mujeres.

Objeción #5: Según algunas personas influentes en línea que defienden el doble estándar, existen distintos tipos de relaciones: algunas son más felices en general, pero menos satisfactorias sexualmente, y otras son más satisfactorias sexualmente, pero no tan felices en general.

La investigación no respalda a estas afirmaciones en ninguno de los dos aspectos (consulte la Figura I).

Observamos que la historia sexual impacta la satisfacción de hombres y mujeres de la misma manera, siendo los menos promiscuos los que reportan la mayor satisfacción. Además, esto se refiere específicamente a la satisfacción sexual, no sólo a una satisfacción más general con la vida o las relaciones. Aun así, la manera de tener sexo más satisfactorio es esperar hasta el matrimonio.

 

Figure I

Figura I, Wheatley Institute

[Esta figura muestra la probabilidad de estar “muy satisfecho” con la relación sexual en el matrimonio. Las líneas verdes representan a los hombres y las líneas azules representan a las mujeres. La tabla comienza a la izquierda con las personas que solamente han tenido relaciones sexuales con su cónyuge hasta las personas que han tenido relaciones sexuales con 10 personas o más a la derecha.]

No se trata de la felicidad a expensas de la satisfacción sexual. Los dos no están aislados uno del otro. Este es un caso en el que la religión vuelve a entrar en juego. Lejos de ser estereotípicamente estrictos, las parejas casadas religiosamente activas reportan una actividad sexual más frecuente y más satisfactoria (consulte las Figuras J y K). La investigación indica que las parejas seculares en realidad tienden a tener relaciones sexuales con menos frecuencia.

Figure J

Figura J, Institute for Family Studies via First Things

[Esta figura muestra el porcentaje de personas que informan tener sexo con su cónyuge una vez a la semana o más. Las líneas azules representan a los hombres y las líneas amarillas representan a las mujeres. El primer grupo son personas que asisten regularmente a servicios religiosos juntas; el grupo en medio son personas que asisten de vez en cuando y el último grupo son personas que nunca o rara vez asisten a servicios religiosos juntas.]

Si el objetivo secular es que tanto los hombres como las mujeres tengan una mayor satisfacción sexual, parece que la mejor manera de lograr ese objetivo es A) esperar hasta el matrimonio para tener relaciones sexuales, B) tener relaciones sexuales en el contexto de un matrimonio estable y comprometido, y C) incluir el culto regular a Dios en la relación. Esta no es la historia que cuentan ni la cultura popular dominante ni las personas influentes; esta es la realidad.

Figure K

Figura K, Institute for Family Studies via First Things

[Esta figura muestra el porcentaje de personas que informan estar “muy felices” con su relación sexual. Las líneas naranjadas representan a los hombres y las líneas azules representan a las mujeres. El primer grupo son personas que asisten regularmente a servicios religiosos juntas; el grupo en medio son personas que asisten de vez en cuando y el último grupo son personas que nunca o rara vez asisten a servicios religiosos juntas.]

Por supuesto, el objetivo final no debería ser sólo una actividad sexual más satisfactoria. La única manera de alcanzar ese objetivo no es buscarlo directamente, sino incorporarlo a la búsqueda de objetivos superiores: el bien del cónyuge tanto dentro del dormitorio como fuera de él, y tal vez incluso el amor de Dios, que es la fuente de toda bondad. Entonces los cónyuges pueden tener relaciones sexuales satisfactorias, no como un fin en sí mismo, sino como una característica secundaria que forma parte de un todo mayor.

En este punto, es posible que todavía usted esté pensando que el sexo todavía está bien fuera del matrimonio. Después de tantas investigaciones que demuestran que las parejas son subjetivamente más felices cuando esperan hasta el matrimonio, y de todas las explicaciones filosóficas que demuestran que, como un hecho objetivo, el sexo sólo puede ser un acto de amor dentro del matrimonio, todavía puede que no sea suficiente para convencerle.

¿Se ha preguntado por qué es esto? ¿Por qué tantos de nosotros en la sociedad contemporánea buscamos el placer en lugar del bien del otro, sólo para terminar experimentando menos placer y relaciones más miserables? Si esta forma de vida no nos hace más felices, ¿por qué nos aferramos a ella?

1) Si bien no siempre es cierto que las parejas no casadas que viven juntas sean sexualmente activas, asumimos que este es el entendimiento común para la gran mayoría de las parejas que viven juntas. Tampoco es cierto que las parejas no casadas que viven separadas sean castas, pero definitivamente es más probable que así sea cuando no comparten la cama. La actividad sexual independientemente de las situaciones de vida se abordará más adelante en este artículo.

2) Rhoades, G. K., Stanley, S. M., & Markman, H. J. (2009). The pre-engagement cohabitation effect: A replication and extension of previous findings. Journal of Family Psychology, 23(1), 107–111. https://doi.org/10.1037/a0014358

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